jueves, 26 de diciembre de 2013

Capitulo 32


Pasaban los días y Mar aprovechaba esos momentos de soledad para escaparse al gimnasio que había encontrado, con uno de los libros de la biblioteca de Kika logro armar su propio arco que le quedo aceptable para alguien que nunca había visto y mucho menos usado  uno.
De todos los deportes que probaba y practicaba los que más le gustaban eran tres: El karate, el tiro al blanco y el mejor de todos… El boxeo.
Cada vez se volvía mas buena en esos tres que fue en los que se centro, y más importante aun le apasionaban tanto que cuando no podía ir un día sentía ansiedad y mucho energía acumulada. Por suerte esas veces  eran contadas, para no sentirse tan culpable porque estuviera yendo a escondidas a ese lugar, llamaba a Mozart para que la acompañe.
Las cosas con Thiago estaban más que bien, después de que se disculpara con ella ese día, le dedico más tiempo y cariño que nunca. Cuando no estaba en el patrullaje se pasaba el día entero con ella.
A veces hablaban, otras no tanto…
En las que si hablaban se la pasaban hablando de lo que sea, tanto así que se conocían el uno al otro más que la palma de su mano. Thiago conocio la vida de Mar antes del golpe de estado al igual que Mar la de Thiago. Lo único que Mar no le contaba era el secreto de su hermano. No sabía porque esas palabras no lograban salir de su boca, tal vez era porque cada vez que lo intentaba la palabras se le quedaban atascadas en la garganta y no salían y cuando hacia el esfuerzo los ojos se le llenaban de lagrimas.
A la única a la que se le había contado era a Tefi, pero eso fue hace tanto tiempo que ya probablemente ni se acordaría.
En las veces que no hablaban tanto, descubrieron una conexión increíble entre sus dos cuerpos. Si bien todavía no rocanroleaban, era un tema que estaba muy presente entre los dos. Thiago no quería presionar a Mar porque sabía que ella nunca lo había hecho y Mar todavía estaba insegura sobre hacerlo, a veces la temperatura se les subía pero no habían llegado tan lejos.
Mar no estaba insegura sobre Thiago, sabia lo mucho que lo quería y que el la cuidaría mucho, de lo que estaba insegura era sobre el “acto” le daba mucho miedo en especial porque la gitana el otro día había estado hablando con Tefi, ella había estado escuchando a hurtadillas, sobre cómo fue su primera vez y le dijo que le había dolido mucho, a partir de ahi Mar dejo de escuchar. El hecho que “eso” le doliera le aterraba pero sabía que debía confiar en Thiago y más aun debían hablar de esto.


Otra semana más había pasado, Mar estaba caminando hacia el gimnasio con Mozart al lado y cuando llego a la marca del árbol, comenzó a bajar. Pero claramente como todas las veces la bajada empinada mas la fuerza de la gravedad hacían efecto sobre ella y no caía muy bien que digamos.
-Auu-. Se quejo mientras se sobaba la cola-. Debo descubrir una mejor manera de bajar esto… Voy a terminar hecha un moretón andante si sigo cayéndome así cada vez que vengo.
Se volteo y se fijo como Mozart bajaba tranquilamente por la colina y terminaba ileso. Después venia y le lamia la cara.
Juntos ingresaron al recinto y Mar se puso manos a la obra, primero comenzó con el tiro al blanco. Su record había sido tres blancos de cinco. Hoy iba  por los cuatro.
Cogió su arco, acomodo la flecha y apunto al blanco. El arco grujió un poco pero Mar solto la flecha y dio justo en el centro, y así se repitió por cinco veces más.
-Si! Un nuevo record!-. Se emocionó y entró para continuar con el boxeo. Así se paso la tarde practicando solo que cuando estaba haciendo karate y dio una patada en el aire, cayó en mala posición y se lesiono el tobillo.
Aulló de dolor mientras se cogía el tobillo con fuerzas y después mordía con fuerza para no seguir gritando. Cuando se quiso parar y apoyo el pie malo inmediatamente le fallo y se cayó de cara.
-Mierda-. Dijo Mar mientras se arrastraba hasta la salida-. Me tengo que ir antes que los demás lleguen y se den cuenta de que no estoy. Mozart ayúdame-. Dio el comando y el perro obedeció. La ayudo a subir por la colina y así lograron reemprender el camino. El perro  quedándose a su lado mientras Mar gateaba.
Llegaron justo a tiempo a la guarida y Mar le dijo a Mozart que se fuera pero el perro no quería irse.
-Andate!-. Dijo Mar mitad preocupada porque los demás llegaran y vieran al perro. Ya le habían dicho que no podía traer más animales a la guarida después del incidente de los quince ratones. Y mitad enternecida por su lealtad
El perro obedeció al final a rastras y se fue.
-Ahora que hago, me van a matar si se enteran que me lesione el tobillo porque eso llevaría a mas preguntas y no les quiero mentir-. Dijo un poco paranoica. Recordó unos de sus tratamientos que usaba cuando alguien se lesionaba alguna articulación y primero se puso hielo y en el sofá se puso un ungüento de árnica que tenía en su baúl de medicinas.
Cogió el libro que tenía a su costado y decidió leer hasta que los chicos llegaran. Ya en ese momento vería que hacer.

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