Pasaban
los días y Mar aprovechaba esos momentos de soledad para escaparse al gimnasio
que había encontrado, con uno de los libros de la biblioteca de Kika logro
armar su propio arco que le quedo aceptable para alguien que nunca había visto
y mucho menos usado uno.
De
todos los deportes que probaba y practicaba los que más le gustaban eran tres:
El karate, el tiro al blanco y el mejor de todos… El boxeo.
Cada
vez se volvía mas buena en esos tres que fue en los que se centro, y más importante
aun le apasionaban tanto que cuando no podía ir un día sentía ansiedad y mucho
energía acumulada. Por suerte esas veces
eran contadas, para no sentirse tan culpable porque estuviera yendo a
escondidas a ese lugar, llamaba a Mozart para que la acompañe.
Las
cosas con Thiago estaban más que bien, después de que se disculpara con ella
ese día, le dedico más tiempo y cariño que nunca. Cuando no estaba en el
patrullaje se pasaba el día entero con ella.
A veces
hablaban, otras no tanto…
En las
que si hablaban se la pasaban hablando de lo que sea, tanto así que se conocían
el uno al otro más que la palma de su mano. Thiago conocio la vida de Mar
antes del golpe de estado al igual que Mar la de Thiago. Lo único que Mar no le
contaba era el secreto de su hermano. No sabía porque esas palabras no lograban
salir de su boca, tal vez era porque cada vez que lo intentaba la palabras se
le quedaban atascadas en la garganta y no salían y cuando hacia el esfuerzo los
ojos se le llenaban de lagrimas.
A la
única a la que se le había contado era a Tefi, pero eso fue hace tanto tiempo
que ya probablemente ni se acordaría.
En las
veces que no hablaban tanto, descubrieron una conexión increíble entre sus dos
cuerpos. Si bien todavía no rocanroleaban, era un tema que estaba muy presente
entre los dos. Thiago no quería presionar a Mar porque sabía que ella nunca lo había
hecho y Mar todavía estaba insegura sobre hacerlo, a veces la temperatura se
les subía pero no habían llegado tan lejos.
Mar no
estaba insegura sobre Thiago, sabia lo mucho que lo quería y que el la cuidaría
mucho, de lo que estaba insegura era sobre el “acto” le daba mucho miedo en
especial porque la gitana el otro día había estado hablando con Tefi, ella había
estado escuchando a hurtadillas, sobre cómo fue su primera vez y le dijo que le
había dolido mucho, a partir de ahi Mar dejo de escuchar. El hecho que “eso” le
doliera le aterraba pero sabía que debía confiar en Thiago y más aun debían
hablar de esto.
Otra
semana más había pasado, Mar estaba caminando hacia el gimnasio con Mozart al
lado y cuando llego a la marca del árbol, comenzó a bajar. Pero claramente como
todas las veces la bajada empinada mas la fuerza de la gravedad hacían efecto
sobre ella y no caía muy bien que digamos.
-Auu-.
Se quejo mientras se sobaba la cola-. Debo descubrir una mejor manera de bajar
esto… Voy a terminar hecha un moretón andante si sigo cayéndome así cada vez
que vengo.
Se
volteo y se fijo como Mozart bajaba tranquilamente por la colina y terminaba
ileso. Después venia y le lamia la cara.
Juntos
ingresaron al recinto y Mar se puso manos a la obra, primero comenzó con el
tiro al blanco. Su record había sido tres blancos de cinco. Hoy iba por los cuatro.
Cogió
su arco, acomodo la flecha y apunto al blanco. El arco grujió un poco pero Mar
solto la flecha y dio justo en el centro, y así se repitió por cinco veces más.
-Si! Un
nuevo record!-. Se emocionó y entró para continuar con el boxeo. Así se paso la
tarde practicando solo que cuando estaba haciendo karate y dio una patada en el
aire, cayó en mala posición y se lesiono el tobillo.
Aulló
de dolor mientras se cogía el tobillo con fuerzas y después mordía con fuerza
para no seguir gritando. Cuando se quiso parar y apoyo el pie malo
inmediatamente le fallo y se cayó de cara.
-Mierda-.
Dijo Mar mientras se arrastraba hasta la salida-. Me tengo que ir antes que los
demás lleguen y se den cuenta de que no estoy. Mozart ayúdame-. Dio el comando
y el perro obedeció. La ayudo a subir por la colina y así lograron reemprender el
camino. El perro quedándose a su lado
mientras Mar gateaba.
Llegaron
justo a tiempo a la guarida y Mar le dijo a Mozart que se fuera pero el perro
no quería irse.
-Andate!-.
Dijo Mar mitad preocupada porque los demás llegaran y vieran al perro. Ya le habían
dicho que no podía traer más animales a la guarida después del incidente de los
quince ratones. Y mitad enternecida por su lealtad
El
perro obedeció al final a rastras y se fue.
-Ahora
que hago, me van a matar si se enteran que me lesione el tobillo porque eso
llevaría a mas preguntas y no les quiero mentir-. Dijo un poco paranoica.
Recordó unos de sus tratamientos que usaba cuando alguien se lesionaba alguna
articulación y primero se puso hielo y en el sofá se puso un ungüento de árnica
que tenía en su baúl de medicinas.
Cogió
el libro que tenía a su costado y decidió leer hasta que los chicos llegaran.
Ya en ese momento vería que hacer.
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